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La Comedia Humana

La muerte de Marat

La muerte de Marat

“Las revoluciones empiezan por la palabra y concluyen por la espada.” Jean Paul Marat

Este cuadro fue uno de los que me marcó en mi juventud. Lo vi en un libro de historia y, aunque entonces no comprendía gran parte del mensaje, me marcó para siempre. Es una escena que por más que la miro nunca deja de impactarme. Es notable el juego que hace con la luz Jacques-Louis David, así como la posición del cuerpo y de los diversos elementos. No soy ningún experto en arte, lo único que sé es que este cuadro nunca dejará de impresionarme.

El protagonista del cuadro es Jean-Paul Marat (1743 – 1793), uno de los principales líderes de la revolución francesa, miembro del club de los cordeliers y director del periódico L’Ami du Peuple i del Journal de la Republique Française. Fue uno de los máximos defensores de la libertad del pueblo, respetado por los ciudadanos, y temido por los tiranos. Siendo uno de los principales responsables de que Luis XVI acabara en la guillotina.

El cuadro neoclásico fue pintado por Jacques-Louis David (1748 – 1825), famoso pintor francés comprometido con la revolución. En el cuadro trataba de representar lo que fue un intento de acabar con la propia revolución. Así como Saint-Just decía que el rey debía morir, no por quién era, si no por la figura que representaba (ya que nadie reina inocentemente), con la muerte de Marat, perpetrada por la girondina Charlotte Corday , se trataba de acabar con la revolución. Para ello se pretendía eliminar directamente a uno de sus máximos representantes. Representante que, como se ve en el cuadro, incluso en el momento de su asesinato, se encontraba mandando un cheque con parte de su dinero (que no le sobraba precisamente) a una pobre mujer que tenía el marido en la guerra y no podía comprarle pan a sus hijos. Representante que, en el cuadro, esgrime la pluma como un arma más del revolucionario, arma que, en este caso, se sitúa justo al lado del cuchillo que acabó con su vida, dándole un nuevo enfoque a la frase, casi profética, del propio Marat, frase con la que he encabezado este texto.

Aunque la revolución francesa queda muy lejos, el ideal del cuadro me parece tan apropiado para el presente como lo fue en su época. Y eso es porque las revoluciones no siempre mueren, sino que más a menudo se las mata. La espada de la frase de Marat puede estar esgrimida tanto por los revolucionarios como por los reaccionarios, llevando, en cada caso, a un distinto final de la revolución: una revolución victoriosa, o una revolución asesinada.

La revolución francesa, como muchas otras, pudo cometer sus errores, pudieron equivocarse muchas veces, no lo niego, pero luchaban por causas justas. El problema es que a muchos no les interesan esas causas justas, por eso se dedican a exterminar las revoluciones, ya sea directamente, mandando tropas como en Vietnam ; ayudando a dictadores , como a Pinochet en Chile; o atacando mediante mentiras y estrategias económicas, como en Cuba . Está claro que las revoluciones no interesan a los poderosos, no les interesan porque corren el riesgo de perder sus privilegios. Por eso se dedican a calumniar, manipular y mentir tanto como pueden. No les parece bien que las revoluciones sean apoyadas por las gentes de otros pueblos, o que incluso esos otros pueblos puedan pensar en hacer una, no, es mejor crearles mala fama, y poner a todo el mundo en su contra. Puede que en más de una revolución se cometan errores, pero hay que conocerlas a fondo para saber eso. No hay que conformarse con lo que dicen los medios acerca de ellas, ya que estos nunca son neutrales, sino que sirven y están dirigidos por los que se benefician de los privilegios de la desigualdad y la falta de libertad. Así que yo, como Marat en el pasado, me declaro revolucionario y grito: “¡¡¡Libertad, igualdad y fraternidad!!!”

Todo tiene su principio...

Todo tiene su principio...

“No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.” Oscar Wilde.