Autoreflexión sobre la ignorancia y el método
"La manera como se presentan las cosas no es la manera como son; y si las cosas fueran como se presentan la ciencia entera sobraría." Karl Marx
Recuerdo con diversión cuando al entrar en la universidad pensaba que allí me podría convertir en un gran sabio. Era inevitable supongo, se mezclaba la visión de unos sabios profesores que se me aparecían como titanes y de todo sabían mucho, con la arrogancia que nos caracteriza a muchos jóvenes estudiantes de filosofía, que empezamos el estudio de la disciplina pensando que sólo mediante el estudio de ésta se puede lograr la verdad. Ahora, ya, cuando queda poco más de un año para acabar la carrera me río de lo ingenuo que era. Pues si es verdad que he aprendido mucho estos años, aún es más cierto que me han servido para ver cuan ignorante soy.
Pero es esta ignorancia lo que más he aprendido a apreciar. Eso es así, porque, aunque ella es culpable de grandes frustraciones, también es la responsable de la poca sabiduría que haya logrado alcanzar. Es la culpable de frustraciones porque contra más aprendes, más inevitable es sentirse rodeado de una cantidad de conocimientos que nunca lograrás alcanzar. Te puedes esforzar mucho, pero sabes, que, en el fondo, todo lo que llegues a aprender no es más que una pequeña parte de todo lo que se puede saber. Y es que, ya lo dijo Sócrates “sólo sé que no se nada”, y aunque me separan siglos de diferencia de él, sólo puedo darle la razón.
Pero, ante esto, no hay que deprimirse y rendirse al quietismo, pues si esa visión nos condena a darnos cuenta del gran vacío que acompaña a nuestro aprendizaje, también es la que me motiva a querer aprender más y más. Pues, que nunca pueda llegar a saber todo lo que puede saberse no significa que no deba tratar de ser tan sabio como pueda ser. Y si, por el contrario, estuviera libre de la sensación que produce esta ignorancia, y creyera que sé todo lo que hay que saber ¿Qué motivos podría tener para aprender más? El problema es que, como ya decía irónicamente Descartes al empezar su discurso del método, “No hay nada en el mundo tan bien repartido como la razón”, y es que mientras hoy en día prácticamente nadie está contento con su cuerpo (o su economía), casi todo el mundo está sobradamente feliz con su inteligencia, y cree tener siempre la razón. Pero no, está claro que quien se cree que sabe mucho se sitúa entre los más ignorantes de los mortales, ignorante, no por lo que no sabe, sino por lo que cree saber.
Quede claro que con esto no pretendo darle la razón a un puro relativismo epistemológico, y decir que, puesto que todos somos muy ignorantes, nadie tiene más razón que otro. Porque, como decía Einstein, otro gran sabio ignorante, “todos somos muy ignorantes, lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas”. Contra ese argumento relativista no veo mejor respuesta que la que ya dio Platón en su época. Si de verdad todo conocimiento y toda verdad fueran relativas, incluso esta opinión relativista lo sería, no aportando por tanto ninguna verdad, por la que no tiene ningún sentido siquiera formular tan argumento.
Motivados por esta reflexión, charlaba hace pocos días con un buen profesor mientras tomábamos unas birras. Él me decía que, como consecuencia de todo eso, era muy difícil decidirse por un método de análisis, pero, en eso, no pude darle la razón. Creo que no sólo es posible tener un buen método de análisis, si no que es prácticamente inevitable, lo único es que mediante la asimilación de esa ignorancia hay que evitar caer en todo dogmatismo. Lo creo porque me parece obvio que todos tenemos nuestra cosmovisión del mundo, y, como consecuencia, solemos tener un método de reflexión sobre el mismo. Cierto es que puede que haya personas que no lo tengan, pero, para eso, primero tenemos que ser muy conscientes que habitualmente tendemos a ver las cosas mediante la utilización de un método de análisis, y, de eso, la mayoría de la gente ni siquiera es consciente. Esa gran mayoría de personas que no son conscientes, utilizan normalmente métodos utilitaristas propios de la sociedad capitalista. Y atribuyen una lógica al capitalismo que no es tal, considerando que las cosas son tal como han de ser, y que no pueden ser de otra forma.
Yo, por mi parte, ya hace años que encontré el método marxista, y como desde entonces no ha hecho más que afirmarme su utilidad, mostrándome las cosas tal como son, y no como aparentan ser, ha pasado a formar parte de mi estructura de pensamiento. La grandeza de este método es la amplitud de su validez, y es que, no sólo mostraba la sociedad tal como era en tiempos de Marx, si no que es capaz de mostrarla tal como es ahora. Es un método abierto y dinámico, que está en continuo desarrollo, y que, por tanto, es capaz de actualizarse y aplicarse a cada nueva situación histórica, así como a diferentes contextos políticos y sociales. Puede, por tanto, aplicarse a nuevos problemas que van apareciendo, y es que, aunque la mayor parte de los problemas estructurales que ya denunciaba Marx en su época, siguen presentes, también es cierto que ahora somos conscientes de nuevos problemas, y de nuevas situaciones que Marx apenas empezaba a entrever, porque es indudable que los tiempos han cambiado. Sé que muchos se empeñan en decir que esa metodología es cosa del pasado, pero eso se debe principalmente a dos causas.
La primera es obvia, los intereses. Es un método peligroso para la sociedad actual, pues puede mostrar sus contradicciones y proponer un cambio. Por eso, los defensores del capitalismo, en sus muchas formas (desde neoliberales hasta reformistas vendidos al sistema), se empeñan en decir que este método ha muerto. Para eso tiendan a identificar toda la metodología marxista, al igual que el resto de conocimientos y pautas de acción que forman el pensamiento marxista, con procesos históricos como el de la Unión Soviética. Y dicen, por tanto, que, como ésta cayó, el método marxista no funciona. Sin duda, ese reduccionismo es completamente absurdo, pues deja de banda una gran cantidad de motivos que contribuyeron al fracaso de ese proyecto, gran parte de los cuales, desde luego, no proceden del interior del marxismo, si no de las acciones que tomaron contra él. Eso no quiere decir que no sea consciente de que en ese proyecto se cometieron gran cantidad de errores, lo que quiero decir es que eso fue solamente una aplicación y una interpretación del marxismo a una situación concreta, que se tuvo que adaptar y enfrentar a multitud de problemas internos y externos que no son inherentes al marxismo. El problema es que esa visión a menudo es reforzada por la segunda causa que comentaba.
Esa segunda causa no proviene del capitalismo, si no del interior del propio pensamiento marxista. I es que algunos marxistas cometen el mismo error que intentan difundir los capitalistas. Identifican la totalidad del método marxista con determinadas actuaciones y procesos históricos, o bien piensan que de este se deriva una única forma de actuación, y que es siempre la misma. Como consecuencia de esto, intentan repetir comportamientos realizados por marxistas que vivían en otra época histórica, y en otro contexto geográfico y social. Estoy seguro de que algunos de esos métodos aún funcionan, al menos en determinados lugares del mundo, pero tratar de aplicar el método siempre de la misma forma es como tratar de encajar la llave de tu antigua casa en la nueva, porque si en aquella funcionó, para ésta también debe servir. Y eso lo digo sin ni tan siquiera entrar en la diferenciación de lo que es pensamiento marxista, y lo que simplemente es actuación política, pues considero que este pensamiento siempre va ligado a la praxis, aunque ésta pueda variar según la situación. Y es que ya me lo dijo una vez un buen camarada: “El método marxista es abierto por definición, y sólo así puede existir. Acusar al marxismo de ser cerrado es estúpido, pues un marxismo cerrado ya no es marxismo, si no un simple dogmatismo de personas que se autoproclaman marxistas.”
Por todo eso, y porque creo que antes de transformar la sociedad hay que saber cómo es la sociedad que queremos cambiar, y cómo es la sociedad a la que queremos llegar. Creo que es de gran importancia protegerse de todo dogmatismo, y estudiar las mejores formas de aplicar nuestros métodos, en mi caso, el marxista, al estudio de la sociedad. Porque, aunque sea muy ignorante, de lo que estoy seguro es de que esta sociedad se puede cambiar.
7 comentarios
Gustavo Gabriel -
Quisiera saber, esa cita de Marx, de qué texto es?
muchas gracias!
Pavoguze -
Cbuwunedud -
kubricko -
Mefistofeles -
mia -
También quiero transmitirte una queja respecto a la estética de tu blog: resulta muy difícil leer un post, sobre todo largo, en una columna tan estrecha que sólo admite dos palabras por línea. Y es una pena, por qué lo que dices es interesante. Un beso!
Colibrí Lillith -
Ahora,releyéndolo, puedo apreciar mejor todo el contenido. Te explicas con mucha claridad y sencillez, a pesar de estar hablando sobre temas bastante complejos, creo yo, como las cosmovisiones y las actitudes frente al saber.
La primera parte del texto me gusta mucho, y, bueno, sabes que yo me siento igual, jeje. Es muy buena tu conclusión sobre para qué sirve la ignorancia, planteado así, me siento hasta menos ignorante.
Muy adecuada también tu crítica al desprestigiado método marxista, no hace falta que te comente nada porque es un tema del que hemos hablado hasta la saciedad, jeje. El ejemplo de la llave también lo veo ideal :)
¿Qué más puedo decir? Yo también me siento ignorante, pero si de algo estoy segura, como tú, es de que las cosas se pueden cambiar.
Sigue así :)