"Para ir adelante de los demás, se necesita ver más que ellos" José Martí.
He decidido escribir este texto sobre el MST (Movimiento de los Sin Tierra) después de comprobar que este movimiento es menos conocido de lo que creía. Por eso, y porque es un movimiento del que hay mucho que aprender y al que hay que apoyar en todas las formas que nos sean posibles, he pretendido hacer una presentación en varios de sus aspectos, como su organización, su historia o su formas de luchas. Tal vez me ha quedado más largo de lo que pretendía para una presentación, pero aún así he dejado muchas cosas sin contar, por lo que recomiendo a l@s que quieran saber más, acceder a fuentes completas de información, ya que es un movimiento que vale la pena conocer. Para hacer esta presentación he utilizado sobretodo datos de la página web oficial del propio MST, y de un documental titulado Los sin tierra, por los caminos de América, documental que se puede descargar en el emule y que aconsejo ver a tod@s l@s que quieran comprobar que otro mundo es posible, y que no es posible en un futuro, si no que se está creando en estos mismos momentos.
La República Federal de Brasil es un país con un increíble potencial. Es el quinto país del mundo en extensión, tiene 160 millones de habitantes, posee la mayor superficie agrícola del planeta, una gran variedad y cantidad de recursos, fértiles tierras, la mayor reserva de agua del mundo, y es considerada la novena potencia económica mundial.
Pero tras esa potencialidad se encuentra un país injusto, que es considerado por las Naciones Unidas el país con el peor reparto de tierras y una mayor desigualdad social. De hecho, en la novena potencia económica mundial, el 30% de la población vive con menos de un dólar al día, viviendo 40 millones de brasileños en el umbral de la pobreza absoluta. Según datos del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística, los ingresos del 1% más rico de la población (13.9% del total) superan a los que corresponden al 50% más pobre (12.0%). Es decir, el 50% más rico se apropia del 88.0% del total de los ingresos.
La tierra brasileña, se reparte entre unas pocas manos de latifundistas, perteneciendo el 50% de la tierra al 1% de la población. Y es, además, mal aprovechada, utilizándose poco más del 50% de las tierras cultivables (solo con repartir las tierras improductivas daría para todas las familias que no poseen tierras, y aún sobrarían). Siendo esto así, es incapaz de cubrir las necesidades de la numerosa población brasileña, ya que su productividad es muy baja y los latifundistas las destinan a productos de exportación en vez de a alimentos básicos.
Todo eso, junto a las pésimas condiciones laborales de los trabajadores del campo brasileño, ha llevado a una situación insostenible, en la que existen 4,8 millones de familias de trabajadores rurales sin tierra, donde se ha fomentado el éxodo a las ciudades, (donde se ha incrementado la pobreza y se han multiplicado las fabelas[1]), y se han creado figuras como las del boyafria[2] y las del trabajador esclavo[3].
Por todo eso, hoy más que nunca, es necesario llevar a cabo una reforma agraria en Brasil, pero los fazendeiros[4] se han opuesto a ella durante mucho tiempo, siendo apoyados por los diversos gobiernos y dictaduras de Brasil, aplastando todos los movimientos campesinos durante 500 años..
En ese contexto, hace 20 años, y ante el incremento de las desigualdades y la pobreza causado por el desarrollo del capitalismo en la agricultura, nació un movimiento popular, el MST. A principios de 1980, y aún en plena dictadura militar, varias familias, expulsadas de diversas tierras, acamparon en una encrucijada rodeada de latifundios del Estado de Rió Grande do Sul, la encrucijada de Natalito. Estas familias exigían su derecho a una tierra donde vivir y donde trabajar. En las siguientes semanas, se fueron uniendo otras familias de Sin Tierra, llegando a formar una gran, pero pobre, ciudad. La CPT (Comisión Pastoral de la Tierra), un grupo recién creado por representantes de la Teología de la liberación[5], se unió a estas familias, apoyándolas y animándolas a unirse e organizarse.
Para acabar con el campamento el gobierno dictatorial mandó al mayor Curió, experto en dirigir escuadrones de la muerte, y en aplastar movimientos campesinos. Pretendían expulsarlos a otra zona para deslocalizar el problema. Pero finalmente, y de forma totalmente pacífica, este movimiento popular resistió, hizo frente y venció esta represión. Este hecho fomentó la aparición de otros campamentos por todo el país, y propició, en 1984, una reunión de representantes de los campesinos de varias regiones, apoyada por la CPT, en el estado de Paraná. Nació allí oficialmente el MST. Nació teniendo en contra a la opinión pública, al gobierno, y a la prensa, pero, como dicen algunos de sus miembros, se hicieron fuertes bailando y cantando para no perder el ánimo y ser escuchados, ganándose el apoyo de varios sectores de la población.
EL MST está formado por campesinos, moradores de fabelas y otros grupos marginales, que reivindican la tierra como una esperanza de futuro. Buscan un cambio social que acabe con la concentración de la tierra, quieren dejar de trabajar para otros y hacerlo para si mismos, y se proponen tres grandes objetivos: la tierra, la reforma agraria y la creación de una sociedad más justa. Pretenden que se expropien las grandes áreas pertenecientes a las multinacionales, y acabar con los latifundios improductivos, limitando el número de hectáreas para la propiedad rural. Defienden la autonomía de los indígenas, la democratización de los recursos, y luchan contra el asesinato de trabajadores rurales. Los objetivos generales de la propuesta de la Reforma Agraria del MST son los siguientes:
- Garantizar trabajo para todos, con justa distribución de la riqueza;
- Producir alimentación abundante, barata y de buena calidad para toda la población brasileña, generando seguridad alimentaría para toda la sociedad.
- Garantizar el bienestar social y la mejoría permanente de las condiciones de vida de todos los trabajadores;
- Buscar la justicia social y la igualdad de derechos;
- Difundir la práctica de los valores humanistas;
- Contribuir a crear condiciones objetivas para la eliminación de la discriminación de la mujer;
- Implantar prácticas que garanticen la preservación de los recursos naturales y de un desarrollo auto-sustentable.
Para lograrlo proponen varias medidas concretas, como: la democratización de la tierra y de los medios de producción, la reorganización de la producción agrícola, el desarrollo de la industria (que atienda a los intereses de los trabajadores y consumidores), que se democratice el agua del norte del país (actualmente privatizada), la creación de un nuevo modelo tecnológico que respete la naturaleza y garantice la preservación de los recursos naturales, y un desarrollo social que asegure los derechos y el bienestar social de la ciudadanía.
Para lograr todo esto se organizan de forma democrática y colectiva. Entre el MST no hay líderes, simplemente hay un colectivo que trabaja y va siempre hacia delante decidiendo de forma asamblearia. No están vinculados a ningún partido político ni a ninguna otra organización, y, de hecho, es curioso ver cómo los que más insisten en que el MST se convierta en un partido político son los propios fazendeiros y la derecha política. Algo que, por otra parte, es lógico, ya que así pretenden poderlos acusar ante una justicia complaciente (con la forma actual no se puede acusar a nadie, no hay sujeto jurídico), y acabar con el movimiento encauzándolos en una lucha política mercantilista, donde saben que la derecha les saca mucha ventaja. Además, esperan que, como partido, el MST pudiera desviarse de sus objetivos concretos y reales, alejándose de las prácticas y del campesinado que ahora lo forma, algo que ocurre más a menudo de lo deseable en partidos institucionalizados que tienden a llenarse de burócratas oportunistas.
Pero no, el sistema organizativo del MST es colectivo y asambleario, como ya he dicho. Se organizan por comisiones de campesinos. La primera es la comisión de base, es la que se organiza en las comunidades rurales, y esta formada por núcleos de 10 o 15 familias asentadas en campamentos, éstas nunca tienen un único controlador. De ahí se pasa a las Comisiones de municipios, a las Comisiones Estatales y finalmente a la Comisión Coordinadora nacional. Todo eso sin cargos como los de presidente, secretario o tesorero. El órgano máximo es el Congreso Nacional, que se celebra cada 5 años, de forma independiente a los encuentros que se celebran cada año en los 23 estados donde esta presente de forma organizada el MST.
Para que sus miembros tengan voz propia, el MST dota a sus asentados de conocimientos, creando escuelas en los campamentos, en las que se pueden ver inspiradoras imágenes del Che. Actualmente, el movimiento tiene 3.900 educadores repartidos entre 1900 escuelas, con más de 200.000 alumnos de educación básica. Además, se han creado escuelas itinerantes y se ha llegado a acuerdos con universidades brasileñas para que validen los estudios. Se calcula que en los últimos años ya son más de 30.000 los adultos alfabetizados por el MST. Por todo eso, el movimiento ha recibido el premio UNICEF a la educación.
Pero si algo es destacable del MST es su forma de lucha, una forma de lucha que puede parecer utópica, pero que, sin embargo, está resultando efectiva. El MST es un movimiento pacífico, que rechaza la violencia y se apoya en la solidaridad. Saben que, para lograr la reforma agraria, es más útil el apoyo del pueblo brasileño que no los fusiles, y por eso quieren llevarse bien con la sociedad.
Sus formas de lucha son siempre masivas. Incluyen las manifestaciones en las calles, las huelgas de hambre, las concentraciones regionales, los campamentos, las ocupaciones de tierras y órganos públicos… Sus tres premisas básicas para llevar adelante la reforma son: organizar a los campesinos, concienciar a la sociedad de que la reforma agraria es una lucha de todos y desarrollar formas de presión popular para que el gobierno desencadene la reforma agraria.
Según el artículo 184 de la constitución brasileña: cualquier finca que incumpla su función social será susceptible de ser expropiada para ser repartida entre las familias que lo necesiten. El artículo que establece cuando ocurre esto es el 186, que dice que, entre otras cosas, para que una finca no incumpla su función social debe respetar la legislación laboral, respetar la legislación medioambiental, asentar una productividad conforme a la productividad media de la región, y evitar que la tierra genere un conflicto social. El MST denuncia el incumplimiento de estos artículos, y actúa en consecuencia, no pudiendo ser acusados legalmente, ya que están amparados por la constitución del país.
La forma en que llevan esto a cabo es la ocupación directa de las fincas. Al entrar en las fincas crean un hecho político, y, creado éste, llaman al gobierno y al latifundista para negociar, siempre dejando claro que ellos sólo quieren la tierra para trabajar. Al ocupar esta tierra se comprometen a no tocar nada de maquinaria ni herramientas, ya que ellos sólo quieren la tierra, y proponen a los funcionarios que trabajan en ella la posibilidad de unirse a su causa, ya que, al fin y al cabo, ellos también son trabajadores del campo. Este proceso de diálogo con el gobierno puede durar entre 6 meses y 3 años, aunque en algunos casos se ha llegado a esperar 10 años. Una vez conseguida la tierra, el trabajo se reparte entre los núcleos familiares, creándose equipos de educación, higiene, cultura, etc… Estas brigadas voluntarias son siempre dirigidas por un coordinador y una coordinadora. Una vez finalizado el trabajo, se sortea qué familias ocuparán esa tierra. Las no elegidas continuarán con su lucha en otro latifundio, las que se asienten comenzarán de nuevo el trabajo de base. Esto es lo que hace crecer el movimiento, esa propia iniciativa de las familias, que una vez ya asentadas, se dirigen a los barrios rurales y a las periferias de las ciudades para mantener reuniones con otras familias, informarles y acompañarlas a ocupar otros latifundios.
Con esta lucha pacífica, el MST ha logrado mejorar la vida de millones de personas. Anualmente se están realizando una media de 380 ocupaciones de latifundios improductivos, en el 80% de los casos los jueces dictaminan la expropiación de la tierra. Se han ocupado 3.900 latifundios desde la creación del MST, un total de 22 millones de hectáreas que acogen a 450 mil familias. Son ya 5.000 los asentamientos repartidos por todo el país, y llega a 5 millones el número de personas que viven y trabajan en ellos. Estas personas reciben educación y sanidad, que ellos mismos organizan, ven reducirse la mortalidad infantil, y tienen una renta por capita casi 4 veces superior a la media brasileña.
Además, el MST está desarrollando la producción en forma de cooperativas. Las cooperativas son un sistema socializado donde no se divide la tierra, si no que pertenece en su conjunto a la totalidad de familias asociadas. En ellas, todos los trabajadores ganan por igual, sin valorar más un puesto que otro. El producto de estas cooperativas da de comer a las familias, y se lleva a vender a mercados colocados directamente en la calle, o se vende directamente a casas particulares, sin la participación de intermediarios. Se vende a un precio más económico y accesible de lo que acostumbran a costar los alimentos, haciendo, por tanto, una función social, ya que más brasileños pueden acceder a alimentos. Estos asentamientos ya son responsables del 40% de la producción agrícola de Brasil, lo que demuestra la falsedad de las teorías capitalistas que consideran necesaria la dirección de los empresarios o latifundistas para una mejor productividad.
Lamentablemente, estos crecientes logros han ido acompañados de una creciente represión. Los fazendeiros y capitalistas, que consideran un baluarte sagrado la propiedad privada, acusan de terroristas al pacífico MST, por lo que, mediante la contratación de pistoleros y el apoyo de algunas fuerzas gubernamentales, como la policía militar, se dedican a reprimir y asesinar a los trabajadores rurales que luchan por una vida más digna. Probablemente, el órgano más representativo de esta represión sea la UDR, organización política de latifundistas y fascistas que desde su nacimiento se oculta detrás de estas muertes. Organismos como Amnistía Internacional y la Comisión Pastoral de la Tierra denuncian estos hechos y redactan informes sobre la muerte de campesinos, las cuales se elevan a 1.600 asesinatos en los últimos 15 años. Pero, ni esta represión, ni el incumplimiento de las promesas de reforma agraria de Lula podrán parar esta lucha, porque la tierra debe ser para el que la trabaja, y cada vez hay más gente dispuesta a plantar cara al sistema capitalista hasta que eso llegue a ser una realidad y no sólo una frase.
[1] Zonas de marginación y pobreza en las ciudades brasileñas, formadas por barrios de barracas.
[2] Trabajadores sin tierra que vagan por los campos en busca de un trabajo temporal mal pagado y sin unas mínimas condiciones laborales. Se calcula que el 42% de la mano de obra del campo brasileño es de este tipo.
[3] Buscadores de mano de obra se dirigen a zonas marginales de las ciudades, y prometen grandes sumas de dinero a gente sin empleo, dejando incluso dinero a la familia en ese mismo momento. Cuando estos nuevos trabajadores del campo llegan a los latifundios descubren que tienen que trabajar un mes para devolver el dinero que se dejo a su familia, y que tienen que pagar por la comida que reciben, por la ropa, las tiendas, las herramientas… Se llega así a una situación en la que, por cada mes que trabajen, deben varios meses de sueldo, por lo que al acabar su trabajo en ese latifundio deben ir a otro de forma interminable para pagar esas imposibles e ilegales deudas, y siempre vigilados por hombres armados para que no escapen.
[4] Nombre que reciben los latifundistas brasileños.
[5] Movimiento cristiano que se opone al que llaman “Imperio de Roma”, y que, influenciado por el marxismo y otros movimientos de izquierdas, luchan por mejorar la situación de los trabajadores de Latinoamérica. Más información.